jueves, 25 de marzo de 2010

Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones en el contexto actual de desarrollo social. Un enfoque CTS.

MSc. Carlos Rafael Fernández Medina - cmedina@isch.edu.cu


Abstract

In the current context of social development, the technologies of the information and the communications are angular stone of all process. Its guessed right insert in these processes and the way in that are used, will allow the express it advances or they braked all development that has like goal the well-being of the society. A brief reflection about the computer culture and the necessity of alphabetizing to the society, as soon as science technology and society refers, to make a rational and effective use of the resources. The negative and positive influences of this technologies in the occupational process-educational and social.

Keywords: Technology of the Information and the Communications, science, technology and society, social development.


Las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, se contemplan entre los factores que más desarrollo han alcanzado en las últimas décadas y que mayores transformaciones aportan a la sociedad contemporánea. Aunque sus inicios se registran desde el empleo del primer telégrafo o aún más atrás, desde el envío de los primeros mensajes codificados en la antigüedad, no es hasta la década de los 60 del siglo XX que se introducen las primeras minicomputadoras, y se inician los estudios de licenciatura en Computación e Ingeniería en Telecomunicaciones en varias universidades a nivel internacional.

Desde entonces el rápido avance de las tecnologías marca aceleradamente también una serie de pautas de organización y desarrollo de la vida social. Los poderes políticos y militares, la gestión empresarial, los medios de comunicación masiva, y buena parte, incluso, de las industrias culturales, descansan sobre sus pilares y se rigen por sus normativas. Tal omnipresencia es un resultado histórico tras el cual se revelan varios destacados procesos sociales, que explican el estatuto social de la ciencia y la tecnología: la revolución científica de los siglos XVI y XVII con los grandes descubrimientos astronómicos, físicos y biológicos, que dieron el impulso definitorio a la ciencia moderna; las revoluciones industriales desde el siglo XVIII y los profundos cambios tecnológicos que las acompañan. Esos cambios conducen a una aproximación cada vez mayor entre la tecnología y la ciencia hasta confundirse ambas, en la segunda mitad del siglo XX, mediante la revolución científica y tecnológica desencadenada en la etapa (Núñez, 1994).

Esa imbricación entre las visiones de Ciencia, la cual plantea Núñez Jover (2002) …es ante todo, producción, difusión y aplicación de conocimientos lo cual la distingue, la califica, en el sistema de la actividad humana…, y Tecnología, la cual constituye aquella forma (y desarrollo histórico) de la técnica que se basa estructuralmente en la existencia de la ciencia (Agazzi, 1996),   tiene entre sus resultados las llamadas Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, las cuales reciben, entre otras definiciones, la de "… el conjunto de procesos y productos derivados de las nuevas herramientas (hardware y software), soportes de la información y canales de comunicación relacionados con el almacenamiento, procesamiento y transmisión digitalizados de la información..." (González,1996) a lo que podría añadírsele lo relativo al acceso a la información de forma global, que deriva en conocimiento, mediado por toda una variedad de factores, procesos y contextos, científicos, socioculturales, económicos y políticos.

Según el Doctor Pere Marqués Graells (2000) las TIC hacen referencia “al conjunto de avances tecnológicos que nos proporcionan la informática, las telecomunicaciones y las tecnologías audiovisuales, que comprenden los desarrollos relacionados con los ordenadores, Internet, la telefonía, los "mas media", las aplicaciones multimedia y la realidad virtual. Estas tecnologías básicamente nos proporcionan información, herramientas para su proceso y canales de comunicación”.

Según M. Castells (1997: 63) las TIC reflejan  "...un estado determinado de conocimiento, un entorno institucional e industrial particular, una cierta disponibilidad de aptitudes para definir un problema técnico y resolverlo, una mentalidad económica para hacer que esa aplicación sea rentable...". De ahí que tome particular importancia la interrogante ¿Vivimos en la sociedad del conocimiento? (Núñez, 1994). Dichas tecnologías controlan todo el flujo de información que se brinda a diario, flujo en magnitudes desmesuradas, lo que también trae a primer plano la otra gran interrogante actual: ¿información equivale a conocimiento? Porque existe una tendencia incontrolada de técnicos, profesionales, intelectuales, a identificar ambos conceptos, en los diversos ámbitos de organización y desarrollo de la vida social actual.  Este reduccionismo, lógicamente, va en detrimento de la comprensión en profundidad de todos los factores involucrados en los procesos de obtención y evolución del conocimiento, que van mucho más allá de los marcos del papel de lo tecnológico como sumatoria y aplicación de elementos técnicos universales.

Precisamente el analista filosófico Núñez Jover en sus estudios de Ciencia y Tecnología como Procesos Sociales, llama la atención acerca de la necesidad de sustentar la información ante todo sobre estructuras conceptuales que le den sentido, aludiendo que la información también genera ignorancia y desconocimiento en ausencia de marcos teóricos, conceptuales y axiológicos, los que podrían aquí sintetizarse en “culturales, humanistas”. Este es uno de los aspectos importantes que mueven al debate hoy sobre las TIC y su influencia en la sociedad, a partir de reconocer que, con su utilización para ejercer el control de la información, también es controlada la forma en que esta debe ser distribuida a aquellos que no tienen acceso a dichas tecnologías, lo cual deriva a su vez en control de la sociedad plantea (O’Farrill, 06) que las tecnologías, el poder y el mandato sobre ellas, están permitiendo un desarrollo personal y social de más calidad, pero también, y al mismo tiempo, se están convirtiendo en germen de separación y exclusión social,  en el sentido contrario a lo establecido conceptualmente por la propia tecnología, que se propone ser desarrolladora, y sin embargo, sus usos e impactos varían sustancialmente el sentido, de un contexto al otro, al ser despojadas de sus necesarias implicaciones axiológicas y socioculturales junto a lo científico de base.

De una clara visualización de esa problemática, resulta que cada vez en mayor medida la modernidad, desde el punto de vista analítico, se configure sobre la base de comprender las relaciones entre ciencia, tecnología y sociedad, en aras de promover una conciencia crítica por medio de un enfoque interdisciplinar, y ofrecer un conocimiento que incluya interconexiones, uniones, etcétera, necesario para una educación integradora. Esa visión pone como objeto central los procesos de educación en CTS, considerados convencionalmente en los años 90  como “alfabetización en ciencia y tecnología” (Waks, 1990), y garantes de que los sujetos que entran directamente en la dinámica de desarrollo tecnológico sepan “elegir entre situaciones límites naturales y aquellas que son impuestas culturalmente por asuntos CTS”; es decir que a la par de adquirir una cultura tecnológica, sean capaces de determinar en qué momentos debe usarse la tecnología, y que a su vez, esta no esté en contraposición con los valores culturales, y las necesidades sociales reales de cada contexto en que se inserten, de modo que la técnica no pueda suplantar el papel del esfuerzo humano, necesario para el éxito de cada proceso social.

Sin embargo este enfoque CTS que emerge en el ámbito intelectual, no ha podido frenar las influencias negativas de dichas tecnologías en el proceso ocupacional – educativo, materializadas en una proliferación acelerada del desempleo y subempleo, debido a su capacidad de alto procesamiento de información a gran velocidad y consumo de un mínimo de recursos, que sustituye el trabajo de varios días de un grupo de personas.  Las cifras de desplazados, oscilan entre el 7-25% en el Primer Mundo y el 30-75% de la población económicamente activa en América Latina (Núñez, 2002).

En América Latina se muestra claramente la ruptura entre el empleo de las TIC y la sociedad según plantea (Finquelievich, 2007) las políticas nacionales detectadas en cuanto al estímulo al desarrollo sustentable y al combate contra la pobreza, lejos de estar orientadas al empoderamiento de las comunidades, trabajan sobre problemáticas coyunturales. Se caracterizan por ser puntuales, dispersas, fragmentadas; de las experiencias identificadas, puede concluirse que estas iniciativas no han evolucionado aún hacia políticas estructurales, permanentes y efectivas. Y continúa más adelante diciendo tanto las políticas de desarrollo comunitario, caracterizadas por el asistencialismo, como las políticas de empleo, cuyos rasgos dominantes son el no capacitar a la fuerza de trabajo –tanto empleada como desempleada- para las herramientas de la nueva economía, contribuyen a agudizar la fragmentación de las políticas y programas de lucha contra la pobreza. Si bien muchos de los países estudiados poseen u obtienen recursos financieros para sus planes asistenciales, así como redes de infraestructuras de acceso a Internet (como los Centros Tecnológicos Comunitarios en Argentina), estos recursos no suelen utilizarse para capacitar masivamente a la población –sobre todo a la población desempleada-en el uso de TICs.

Un ejemplo de esto lo plantea Nuñez (2002) cuando hace referencia a que América Latina y el Caribe, tiene muy poca participación en ciencia y tecnología: poco más del 2% de científicos ingenieros que realizan tareas de investigación y desarrollo en el planeta y algo más del 1% de los recursos que se invierten con ese fin.

Al pensar en la inserción de ALC en la Sociedad de la Información, no se puede ignorar la pobreza en la que se encuentra inmerso nuestro continente. Las investigaciones del Banco Mundial (2003) revelan que, de 510 millones de habitantes unos 170 millones viven en la pobreza de éstos, 70 millones sobreviven en la extrema pobreza Los indigentes pasaron de 48 millones en 1990, a 57 millones en 1999, y los pobres de 121, a 132 millones en igual período. Para el 2003 se estima que 5 de cada 10 latinoamericanos son pobres, y que se encuentran por debajo de la línea de pobreza el 58% de los niños menores de 14 años.

El Panorama Social de la CEPAL (2002) señala que en el período 1980-2000 la población latinoamericana aumentó en alrededor de un 50% mientras la economía creció globalmente en apenas el 7% durante el mismo, lo que significa que la calidad de vida promedio se redujo a la mitad y que la pobreza prácticamente se duplicó desde 1980.

La brecha en ascenso crea el analfabetismo digital. Según indicadores a nivel mundial publicados por la UIT, la estimación de números de usuarios de Internet en la región de las Américas para el año 2001 es de aproximadamente 182,51 millones, los cuales se distribuyen según muestra los cuadros 4 y 5

Usuarios de Internet en la Región de las Américas al 2001 (Millones)


Usuarios de Internet en ALC, 1998-2003


Según datos de Prince & Cooke (2005), sólo el 8% de la población de ALC utiliza Internet. De 335 millones de personas que habitan el cuarto continente del mundo, sólo 27 millones acceden a Internet. La mitad de estos internautas están en Brasil, pero la penetración en ese país es apenas del 8%. En Chile sucede lo contrario: si bien hay sólo 3,1 millones de internautas, la penetración alcanza al 20%. En total, en el año 2003 hay 201 proveedores de acceso que ofrecen servicios en la región y que, paradójicamente, están más concentrados en los lugares en que menos usuarios hay. Es interesante advertir que la brecha digital supera con mucho a la brecha existente entre ricos y pobres.

Uno de los temas más polémicos, en relación con CTS, es el conocido como ETHOS de la ciencia y las normas establecidas por R. K. Merton (1942). El cual critica la posición monopolista del conocimiento científico y su producción estableciendo normas las cuales se conocen como CUDEOS sobre esto plantea (Nuñez, 2002) que representa una perspectiva normativa que se ve reforzada en la práctica del intercambio, es decir, por el proceso mediante el cual el científico aporta información original al fondo común del saber a cambio del reconocimiento de sus pares; ese intercambio es el motor del desarrollo de la ciencia y el apoyo principal al ethos que la diferencia de otras instituciones sociales.
Es significativo ver, como en el campo del desarrollo científico de las TIC, estos elementos del CUDEOS han sido obviados por las grandes multinacionales productoras como la Microsoft, importante firma fabricante de gran variedad de software (MS-Dos, Windows, Office) la cual durante su historia, ha sido objeto de críticas, como acusaciones de realizar prácticas monopolísticas que han llevado a la compañía ante la Comisión Europea y el Departamento de Justicia de los Estados Unidos. Un ejemplo de esto es que    
En la esfera educacional a nivel mundial, su presencia imponente trae consigo la digitalización y puesta en soportes electrónicos de muchos de los materiales empleados para fines instructivos, como también, la alta presencia de cursos a distancia y de aulas virtuales a través de Internet. Esto trae como consecuencia la alta centralización y el desarrollo polarizado de la educación, ya que la mayoría no tiene acceso a la tecnología, la cual va en ascenso, y su coste se eleva en la medida en que su desarrollo alcanza niveles superiores. Ello conlleva que los programas o software que se diseñan requieran de la última tecnología en el mercado para funcionar, y esta debe ser sustituida con regularidad. Por lo que tendrán acceso a la información y el conocimiento aquellos que tengan mayor poder económico – financiero para costear dichas tecnologías. Aquí se nos presenta otra limitante en el empleo de las tecnologías en la sociedad, según (Pere Marqués, 2000), “…La formación del profesorado supone un coste añadido para los centros y para la Administración Educativa...”, fuertes inversiones en renovación de equipos y programas.  Esta es otra evidencia de cómo la sobre valoración tecnicista y la concentración de recursos en las tecnologías, llegan a marcar pautas en detrimento del desarrollo cualitativo de distintos procesos sociales, tan necesarios para  el avance integral de la sociedad actual.


A pesar de la amplia gama de efectos negativos de la tecnología, se reconoce que las causas de ello no están en la tecnología en sí como instrumento o artefacto, sino que son propiciados por la mediación de contextos, que despojan la tecnología de su necesario condicionamiento axiológico y científico. Ella como gran fenómeno del siglo XX, está llamada a mantener su esencia renovadora y desarrolladora a nivel mundial de todos los procesos sociales. Esta proyección se sustenta en los criterios filosóficos que conciben la tecnología como un fenómeno social, que surge y se despliega en un complejo sistema cultural, donde hay que tener en consideración los conocimientos, hábitos y valoraciones que cada sociedad impone por medio de rasgos singulares y universales (Arana, M y Valdés, R, 1999); “la máquina no tiene exigencias ni fines: es el espíritu humano el que tiene exigencias y establece las finalidades (Munford, 1971). Muy relacionado con eso están las consideraciones sobre la existencia de una cultura tecnológica actual, como la forma en que la sociedad organiza sistemáticamente, desarrolla, y cultiva, un quehacer teórico y práctico en el manejo de la tecnología, en aras de la creación y enriquecimiento de nuevos conocimientos, técnicas, sistemas organizativos, y valores, que finalmente determinan una historicidad y una perspectiva tecnológicas a nivel de comunidad, región, país, contexto.

El empleo de la tecnología regido por el enfoque CTS, es decir, por la concepción de la Ciencia, la Tecnología y la Sociedad como elementos inseparables en el análisis, permite valorar en su justa medida todas las posibilidades que brindan, en la acelerada dinámica de desarrollo científico-técnico actual, las TIC, en la ampliación de las capacidades intelectuales, facilitación de canales de comunicación inmediata e interactividad rápida a nivel global, acceso a una inmensa fuente de información de todo tipo, almacenamiento y procesamiento de esa información.

Procurar que los nuevos medios contribuyan a difundir la cultura y el bienestar global, y no a polarizarlos y retrazarlos para algunos en la práctica, se convierte hoy en un reto, viable, según analistas como Jorge Núñez Jover, colocando por delante de la innovación los objetivos sociales que ella debe atender, en cualquier ámbito de aplicación de las TIC.

Bibliografía

Banco Mundial (2001 y 2002) Informe Anual.
CASTELLS, M (1997): La era de la información. Economía, sociedad y cultura. La sociedad red, Madrid, Alianza Editorial.
FINQUELIEVICH, Susana (2007): TIC, desarrollo y reducción de la pobreza,
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MUNFORD, L (1971):Tecnología y civilización, Alianza Editorial España,
NÚÑEZ, Jover. (2002): La ciencia y la tecnología como procesos sociales. Lo que la educación científica no debería olvidar.  En http://www.oei.es/salactsi/nunez00.htm, consultado marzo/08.
O’FARRILL MONTERO, José L (2006): Las tecnologías de la información y las comunicaciones en la sociedad y la educación, Edutec. Revista Electrónica de Tecnología Educativa, Núm. 21/ Julio 06.
WAKS, L. (1990): Educación en ciencia, tecnología y sociedad: orígenes, desarrollos internacionales y desafíos intelectuales, en: M. Medina y J. Sanmartín.

Autor:
MSc. Carlos Rafael Fernández Medina
cmedina@isch.edu.cu

Fuente: http://www.cinelatinoamericano.org/assets/docs/tecnologias-informacion.doc