¿Por qué nosotros como ciudadanos debemos involucrarnos en la elaboración de políticas TIC? La respuesta obvia es que, como hemos argumentado, las TIC son tan importantes para la sociedad contemporánea que continuamente nos afectan a todos de las más diversas maneras. Así, por ejemplo, si un gobierno decidiera promover el software libre, muy probablemente obtendríamos los beneficios (mayor seguridad, bajos costos, fácil adaptación a las condiciones y necesidades locales, etc.). Y esto ocurre porque al extenderse su uso por toda la sociedad, se rompería el monopolio de Microsoft y su formato de archivos y en consecuencia nuestras vidas mejorarían. Si un gobierno introdujera una nueva forma de censura en Internet o no garantizara el derecho ciudadano a la privacidad, entonces también sufriríamos las consecuencias de dicha decisión. Si la compañía telefónica mantuviera artificialmente altos los precios de la banda ancha o se negara a introducir una tarifa plana de bajo costo para el acceso por módem, estaríamos entonces obligados a un pago excesivo por el acceso a Internet al igual que todos los demás usuarios. Si no se alienta u obliga por regulación a las compañías de telecomunicaciones a ofrecer sus servicios en las zonas rurales, los habitantes de estas zonas tendrán que hacer uso de servicios de telefonía móvil más costosos. Si los gobiernos no legalizan las operaciones de Internet inalámbrico, los agentes de desarrollo y trabajadores comunitarios de los países "desconectados" no tendrán la posibilidad de beneficiarse del poder de la comunicación on-line y del acceso a información. Gracias a Internet podemos escuchar las voces locales en todo el mundo. Sin embargo, si las políticas y reglamentos restringen su acceso, el alcance de éstas también se verá limitado.
Estas razones basadas en el interés personal no son las fundamentales. Existen otras razones que tienen relación con la naturaleza de la sociedad global. Si deseamos promover la justicia social, entonces las políticas TIC serán un factor clave en esta batalla, y no podemos permitirnos el lujo de permanecer ajenos a este proceso de formulación de políticas.
Un mundo globalizado y las redes
La globalización no es únicamente un eslogan; constituye una realidad histórica. Vivimos en un mundo que se ha transformado enormemente en los últimos 15 ó 20 años. Si bien la economía global ha existido durante siglos bajo formas de colonialismo y comercio internacional, esta última ha sido una década de expansión sin reglas. La nueva economía ha sentado sus bases en el libre comercio, la posibilidad de invertir sin restricciones, la desregulación, los equilibrios presupuestarios, la guerra a la inflación y los procesos de privatización de empresas e infraestructuras estatales. Al mismo tiempo, se han eliminado las restricciones a los mercados financieros. La gran cantidad de operaciones de fusión y de adquisición de empresas ha hecho que muchas industrias estén dominadas por unas pocas multinacionales y que las pequeñas compañías locales sean forzadas a subordinarse a o depender de las más grandes. Las TIC han sido una parte fundamental de este proceso. Sin la inmediatez de las telecomunicaciones globales, los mercados financieros globales no existirían; tampoco podrían las compañías coordinar sus estrategias de producción a nivel mundial. Actualmente la competencia entre compañías depende de tales comunicaciones globales, al igual que la producción de nuevas ideas y la investigación que se realiza en las universidades, institutos privados o en los laboratorios de empresas. Si bien no podemos afirmar que las TIC han originado estos cambios radicales, sí es cierto que han sido una condición previa para que éstos se produzcan y ahora juegan un papel fundamental para el funcionamiento de la economía global.
Estas razones basadas en el interés personal no son las fundamentales. Existen otras razones que tienen relación con la naturaleza de la sociedad global. Si deseamos promover la justicia social, entonces las políticas TIC serán un factor clave en esta batalla, y no podemos permitirnos el lujo de permanecer ajenos a este proceso de formulación de políticas.
Un mundo globalizado y las redes
La globalización no es únicamente un eslogan; constituye una realidad histórica. Vivimos en un mundo que se ha transformado enormemente en los últimos 15 ó 20 años. Si bien la economía global ha existido durante siglos bajo formas de colonialismo y comercio internacional, esta última ha sido una década de expansión sin reglas. La nueva economía ha sentado sus bases en el libre comercio, la posibilidad de invertir sin restricciones, la desregulación, los equilibrios presupuestarios, la guerra a la inflación y los procesos de privatización de empresas e infraestructuras estatales. Al mismo tiempo, se han eliminado las restricciones a los mercados financieros. La gran cantidad de operaciones de fusión y de adquisición de empresas ha hecho que muchas industrias estén dominadas por unas pocas multinacionales y que las pequeñas compañías locales sean forzadas a subordinarse a o depender de las más grandes. Las TIC han sido una parte fundamental de este proceso. Sin la inmediatez de las telecomunicaciones globales, los mercados financieros globales no existirían; tampoco podrían las compañías coordinar sus estrategias de producción a nivel mundial. Actualmente la competencia entre compañías depende de tales comunicaciones globales, al igual que la producción de nuevas ideas y la investigación que se realiza en las universidades, institutos privados o en los laboratorios de empresas. Si bien no podemos afirmar que las TIC han originado estos cambios radicales, sí es cierto que han sido una condición previa para que éstos se produzcan y ahora juegan un papel fundamental para el funcionamiento de la economía global.
En su obra de tres volúmenes sobre la era de la información, Manuel Castells, ha sugerido que esta forma de capitalismo moderno globalizada, desrregulada y privatizada no se basa solamente en las TIC, sino en la forma de organización social permitida por éstas: las redes. Una sociedad en red se describe como "un planeta organizado a partir de las redes de telecomunicación y de computadoras que están en el centro de los sistemas de información y de los procesos de comunicación"
Esta dependencia del poder de la información nos afecta a todos. Además, "la disponibilidad y uso de las tecnologías de la información y la comunicación son un prerrequisito para el desarrollo económico y social mundial. Son funcionalmente equivalentes a la electricidad en la era industrial". Castells llega incluso a afirmar que las TIC permiten que las naciones "den un salto hasta etapas superiores en el crecimiento económico mediante su capacidad de modernizar los sistemas de producción e incrementar la competitividad de manera mucho más acelerada que en el pasado"
Si bien se coincida o no con el optimismo de Castells ante las posibilidades de desarrollo social ofrecidas por las TIC, lo cierto es que sus razones demuestran con claridad que este nuevo sistema económico y social es a un tiempo enormemente productivo pero también causante de una mayor marginación. Las cosas y las personas que no son necesarias son dejadas de lado. Aquellos que no forman parte del sistema de redes quedan excluidos y obligados a sobrevivir marginalmente, en una situación de impotencia y pobreza. Mientras que los poderosos utilizan las redes para traspasar las barreras del tiempo y del espacio, las grandes mayorías del planeta no pueden hacerlo. Las personas, los trabajadores y los ciudadanos no se relacionan en su vida cotidiana a través de una red mundial sino que funcionan a través de una red de relaciones humanas a nivel local. La conclusión es evidente: se hace necesario utilizar las redes de una manera novedosa que vaya en beneficio de las personas y no para el funcionamiento efectivo del mercado financiero internacional y de las compañías multinacionales.
Si los sistemas globales en red son la nueva base del poder, y si los TIC son los fundamentos técnicos de la globalización, se convierten en terreno de lucha. El mayor desafío consiste en adaptar estos medios para convertirlos en la base técnica que asista en la lucha contra el impacto negativo de la globalización y por la justicia social. Quienes permanecen dentro de la sociedad en red y tienen acceso a los sistemas que la hacen funcionar serán también capaces de luchar por su transformación. Los excluidos encontrarán muchas más dificultades.
Yoshio Utsumi, Secretario General de la Unión Internacional de Telecomunicaciones (co-organizadores de la CMSI), en su discurso en la Asamblea General de la ONU el 17 y 18 de junio de 2002: "Por supuesto, las personas no pueden vivir sólo de información, pero nos queda muy claro que, para bien o para mal, la humanidad está ahora ingresando a una era en donde las actividades basadas en la información constituyen la parte más grande del PBI (ingresos nacionales). La información es la clave de las ventajas competitivas, tanto para el mundo de los negocios como para los Estados modernos. En consecuencia, es más urgente que nunca que construyamos una infraestructura básica de telecomunicaciones, que desarrollemos recursos humanos capaces y que hagamos el mejor uso de las tecnologías de información en cada aspecto de las actividades humanas. Los beneficios de las tecnologías de la información y la telecomunicación deben extenderse a todos los ciudadanos del mundo. La brecha digital debe ser superada hasta convertirla en una oportunidad digital".
Nombre: María José Nieto Cárdenas
Asignatura: CRF
Fuente:http://derechos.apc.org/handbook/ICT_01_c.shtml
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